Según el proyecto de Presupuesto 2025, el año próximo tendría una inflación de apenas 18,3%. Este porcentaje es menos de la mitad de lo que proyectaron los analistas del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que difunde el Banco Central (BCRA).

Las consultoras y bancos de este relevamiento prevén que la inflación del 2025 llegaría hasta el 38,4%, lo que significaría una baja sustancial respecto al cierre de este año, que llegaría al 122,9%. Pero el Gobierno ve un escenario diferente, de acuerdo al texto del Presupuesto a ser tratado por el Congreso. Allí se fijó una inflación de 104% para este 2024, la cual se derrumbaría hasta un 18,3% en el año que viene.

Es decir, el Gobierno estima un desplome mucho más rápido de la inflación hacia adelante, incluyendo los últimos cuatro meses de 2024. En septiembre se estima que el índice va a estar más cerca de 3% que de 4%. Sin embargo, luego el descenso debería ser todavía mucho más abrupto.

En este marco, la inflación en 2025 debería ubicarse por debajo del 1,3% mensual para llegar al 18% para todo el año. Por ahora, esa caída está muy lejos según las previsiones de los analistas, quienes en su mayoría estiman un promedio de inflación mensual alrededor del 2,7% mensual, o sea más del doble que la estimación del Gobierno.

La subestimación de la inflación para calcular el Presupuesto es una vieja práctica política, ya que si finalmente se registra un índice mayor al proyectado, entonces el Gobierno informaría una importante fuente de recaudación adicional.

Otro razonamiento es que la fuerte disminución de la inflación proyectada va en línea con la estimación de suba del dólar oficial, que pasaría a $1.207 para diciembre del año próximo, equivalente a un ajuste inferior al 15% para todo el 2025. Esto implica que todas las variables de la economía pasarían a tener una reducción sustancial en su nominalidad.

También está la posibilidad de que efectivamente las estimaciones oficiales tengan razón y que la inflación se encuentre cerca de colapsar. Para eso sería fundamental la profundización de la “fase 2″ del plan económico, que plantea cero emisión monetaria.